Todo ganadero sabe que un buen pienso es la base de unos animales sanos y productivos. Pero a menudo pasamos por alto la parte más simple de la ración: el agua. No solamente su cantidad y disponibilidad, sino especialmente la calidad del agua de bebida determina lo bien que rinden las vacas, terneras y bueyes. A pesar de esto, en muchas granjas se le presta muy poca atención a este elemento tan crucial.
A menudo, el agua parece algo demasiado evidente: abres el grifo, sale agua, y los animales beben. ¿Pero qué hay realmente en ese agua? ¿y cómo afecta a su salud y productividad? Tengamos en cuenta lo siguiente: una vaca lechera bebe una media de 100 litros al día—dependiendo de la producción de leche, temperatura y alimentación. Esto deja claro el importante papel que desempeña el agua.
¿Agua totalmente transparente? Miremos más de cerca
En multitud de granjas lecheras, el agua procede de un pozo privado. Esto puede estar bien, pero también significa que los propios ganaderos son responsables de la calidad del agua. Uno de los aspectos más importantes es la composición química. Tengamos en cuenta, por ejemplo, el pH. Debería estar entre 6,0 y 8,0. Si es demasiado ácido puede corroer las tuberías y afectar negativamente al sabor. Si es demasiado alcalino puede impedir la absorción de minerales.
Luego está el contenido en hierro y manganeso. En altas concentraciones, los animales lo prueban e inmediatamente beben menos. Estos elementos favorecen además el crecimiento bacteriano y la formación de biopelículas dentro de las tuberías. Los terneros, con su delicada digestión y necesidades de agua relativamente altas, son los primeros que lo sufren.
La dureza del agua es otro factor a tener en cuenta. Las aguas duras conducen a la formación de depósitos de cal en las tuberías y al deterioro de los sistemas de bebida. También afecta a la higiene, ya que reduce la eficacia de los agentes limpiadores.
El peligro oculto que no se ve
Aparte de los riesgos químicos, existe además contaminación microbiana, la amenaza invisible. En las tuberías, especialmente en las que no se usan de manera constante, puede formarse una capa viscosa denominada biopelícula. No se ve, pero aloja bacterias como E. coli o Pseudomonas. Incluso aunque se siga un protocolo intensivo de limpieza, las tuberías sucias continuarán provocando problemas recurrentes.
El riesgo aumenta en el verano o en recintos con terneros en los que hay un caudal bajo de agua. Un día de calor y algo de agua estancada es todo lo necesario para que esto se convierta en caldo de cultivo para los patógenos.
El agua debe estar disponible — y ser suficiente
La disponibilidad es otro aspecto que se suele subestimar. La presión del agua debe ser lo suficientemente alta y tiene que haber suficientes puntos para beber. Para el ganado lechero: al menos 20 litros por minuto y animal bebiendo, y un bebedero por cada 10 – 15 vacas. Si un animal tiene que esperar—o es expulsado por vacas dominantes—beberá menos. Esto hace que baje la ingesta de alimento, deteriora la funcionalidad del rumen y reduce la producción de leche.
Lo mismo se aplica a los teneros. Un ternero joven puede que beba solamente cinco litros al día, pero su necesidad de agua por cada kilogramo de masa corporal es mucho más alta que en una vaca adulta. Y su vulnerabilidad frente a las infecciones es mucho mayor.
La repercusión sobre el rendimiento es muy real
Los efectos del agua de baja calidad en el ganado a menudo se observan pasado un tiempo. Los terneros crecen más lentamente, el ganado cárnico es menos eficiente o las vacas lecheras no alcanzan nunca el pico de producción. Los estudios científicos muestran que las vacas con acceso a agua limpia y con buen sabor producen 1,5 litros de leche más al día. Y para el ganado cárnico, una menor ingesta de agua se traduce directamente en una menor ganancia diaria de peso.
Muchos ganaderos buscan las causas en la alimentación, las características genéticas o el entorno. Pero algunas veces, el problema está ahí mismo, en las tuberías.
En resumen: hay que prestar atención al agua
El agua de buena calidad no es un lujo, es una necesidad. Haga que analicen el agua por lo menos una vez al año. No se base solo en el sabor o el aspecto. Invierta tiempo en limpiar las tuberías a fondo. Y asegúrese de que todos los animales tengan siempre acceso a agua limpia, fresca y en cantidad suficiente. Porque sin una buena agua los animales no estarán sanos. Y sin animales sanos, no hay granja rentable.
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